Archipiélago: Un conjunto de editoriales que comparten un mismo mar

Un stand colectivo de editoriales con una mirada común y una forma de trabajar colaborativa.

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El pasado 2024, en la Feria del Libro de Madrid, se organizó una gran caseta en la zona central para que pudieran participar editoriales independientes. Sin embargo, comenta Francisco Llorca, editor de Las afueras, “daba la sensación de que lo único que unía a las editoriales allí presentes era la imposibilidad de estar en otro lugar, ya que se trataba de editoriales muy diferentes entre sí”.

A raíz de eso surgió la idea de Archipiélago: un stand colectivo donde se agruparon editoriales que comparten una mirada común y una forma de trabajar. Las editoras de Tránsito y Las afueras, llevaron la propuesta a la dirección de la feria, plantearon la posibilidad de articular un espacio más coherente dentro de la diversidad, porque para ellas, afirman, “las editoriales independientes se definen no solo por lo que editan, sino por cómo lo hacen”.

Archipiélago reunió en la 84° Feria del Libro de Madrid a las editoriales Almadía, Ampersand, Barlin, Cicely Editorial, Comisura, De Conatus, Editorial 16, Eterna Cadencia, Las afueras, La Navaja Suiza, Malas Tierras, Muñeca Infinita, Papeles Mínimos, Plot, Sigilo y Tránsito. El nombre, hallazgo feliz de los editores de Muñeca Infinita, hace alusión a una diversidad de islas dentro de un mar común. “Creemos que la imagen era muy gráfica para hablar de esta apuesta por la bibliodiversidad y la colaboración, y que señala un nuevo modelo basado en prácticas más horizontales, transversales y colaborativas”, afirman.

Imanol Bértolo, editor de Papeles Mínimos, comenta que en parte los une el hecho de tener menos de 80 libros publicados. Es decir, también hay algo de necesidad. “De esa necesidad hemos conseguido hacer una fortaleza”, afirma Montse Lago, “la unión hace que sea más viable estar aquí para los proyectos más pequeños”, agrega. 

Para varias de las editoriales este espacio les ha dado la oportunidad de estar por primera vez en la Feria del Libro de Madrid, una feria importante para el mundo del libro hispano. Tal ha sido el caso de Sigilo, Comisura, Eterna Cadencia, Barlin, Ampersand, Malas Tierras, Almadía y Muñeca Infinita

Señalan las editoras que tienen una clara intención por ayudar a visibilizar el trabajo de las editoriales latinoamericanas, cuatro del grupo que conforman Archipiélago lo son. “Muchas de nosotras, más allá de que publiquemos literatura hispanoamericana, tenemos lazos personales y profesionales con Latinoamérica”, comentan.

También intentaron invitar a más editoriales hispanas pero se encontraron con un reglamento muy restrictivo, lo mismo contra lo que se han manifestado otras editoriales migrantes latinoamericanas durante los últimos días: para poder participar de la feria, las editoriales deben no solo distribuir sus libros y estar agremiadas en España, sino que los libros también deben estar impresos en el país, lo cual hizo imposible la participación de editoriales latinoamericanas más pequeñas. 

Para Josefina Vaquero, representante de la editorial argentina Ampersand, no hay con qué comparar porque es la primera vez en la FLM, pero cuenta que en estos 5 años que lleva la editorial en Madrid fueron generando interés en el público lector. “En general, los lectores tardan en llegar a las editoriales latinoamericanas, no es un trabajo fácil, menos aún con el vertiginoso ritmo del mercado en España”. 

Sofía Copado, librera en el stand de Eterna Cadencia y también representante de la editorial argentina Fiordo en Madrid, comenta que entre las autoras más vendidas estuvieron Claire Keegan, Alejandra Kamiya, Ricardo Piglia y Federico Falco. Aunque no haya con qué comparar, el entusiasmo por estar presentes, es inevitable. Hay calor y hay cansancio, pero también hay muchas risas y charlas cómplices.

Alberto Haller de Barlin, comenta que el balance por su parte es agridulce. “Por un lado, la oportunidad de asistir a la FLM en pie de igualdad, y con compañeros tan maravillosos, resulta estupenda. Hemos formado piña, nos hemos apoyado los unos a los otros y tener la oportunidad de compartir momentos así con gente afín no tiene precio. Sin embargo, la contracara, se relaciona con la dichosa ubicación en el espacio central de la Feria”. 

La ubicación a la que hace referencia el editor valenciano de Barlin es la misma que años atrás generó reproches por parte de los editores de Astiberri y Libros del KO al director anterior de la FLM Manuel Gil. El mismo director reconoció entonces que “a los de la famosa isleta, las ventas les han ido mucho peor”. Y que fue la feria la responsable de elegir el lugar y marcar el “espacio experimental” a las editoriales pequeñas. Algo que tal vez sería importante revisar de cara al futuro. 

“Resulta difícil de describir lo frustrante que es ver cómo pasa tantísima gente todo el rato y solo un porcentaje ínfimo mira al centro. Se da la circunstancia, incluso, de gente que iba buscando ex profeso alguna de las editoriales y no nos encontraba”, expresa Haller, y lamenta, “Es un verdadero drama ser ‘invisibles’ para la inmensísima mayoría de los paseantes y lectores”. 

Adam Blumenthal de Sigilo comparte sus impresiones y cuenta que el balance en general es positivo, “ha sido fructífero juntarse varias editoriales porque la experiencia de visitar el bloque Archipiélago, daba muestra de la variedad de las propuestas literarias y del cuidado de los catálogos tanto en ensayo como en ficción, y eso es en parte una foto de lo que es la edición independiente en España”. Entre los títulos más vendidos de la editorial destacan La segunda venida de Hilda Bustamante, de Salomé Esper; Budín del cielo, de María Luque y Nuestras esposas bajo el mar, de Julia Armfield.

“Soy uno de los partidarios de que esta unión se extienda hacia el futuro con otro tipo de actos”, agrega el editor de Barlin. Adam también comparte el entusiasmo por seguir llevando a cabo acciones conjuntas con las editoriales de Archipiélago.

Cristopher Ahumada Lazo, representante y coordinador de comunicación de la editorial Almadía en Madrid, cuenta que de a poco van conociendo al público lector español. La editorial mexicana adapta su catálogo a lo que, intuyen, tienen más llegada o mejor conexión con las lectoras de aquí. Otro trabajo que están haciendo desde su aterrizaje en España es abrirse a publicar a autoras y autores de la península, ejemplo de ello es la publicación de Mañana ya no hablaremos de nada, de Montse Bizarro o uno de los más recientes Apuntes para una despedida, de Javier Serena.

La primera experiencia de Archipiélago ha dejado buenas sensaciones en general. Ahora, cada cual hará su balance y veremos si las editoriales y el impulso de buscar prácticas más viables y colaborativas tiene proyección a futuro para seguir compartiendo acciones, actividades y ferias desde la fuerza y la energía colectiva.