
En el horizonte de la poesía actual, al calor de talleres, encuentros presenciales y virtuales, y del fuerte deseo de reforzar el impulso de la circulación de la palabra post pandemia a partir de la materialidad del libro, surge Media res, una nueva editorial de poesía, fundada por Juan Rocchi y Ulises Rubinschik.
A fines de mayo, la editorial presentó sus dos primeros títulos: “COTA 83”, de Darío Poterala (Misiones, 1983); y “Ruido afuera”, de Nicolás Ricci (Hurlingham, 1987).
“Las redes y todo el aparato digital homogenizan mucho cómo se habla y un poema es la oportunidad de inventarse una forma de hablar o una forma de decir algo y de seleccionar las palabras con las que lo querés hacer”, sostienen los editores.
¿Cómo surgió la idea de la editorial y por qué el nombre Media res?
Juan Rocchi (JR): el año pasado decidimos empezar a hacer encuentros entre gente que está escribiendo, unas ocho personas, varios poetas relativamente jóvenes, que teníamos ganas de leernos y ver qué estaba pasando. Es un gran momento de la poesía, hay un montón de gente escribiendo, un montón de editoriales y publicaciones, pero no hay tanta conexión entre esos grupos. Y nosotros veíamos, que no hay tantos ciclos o editoriales que estuvieran publicando gente nueva y nos daba ganas de empezar a leernos y saber qué estaba escribiendo el que teníamos al lado, con un espíritu crítico de darnos devoluciones honestas.
Ulises Rubinschik (UR): En cada uno de los textos que publicamos y los que vamos a publicar, y en estos talleres, hay mucha conciencia de que la cosa no nace de un repollo. En cada una de estas personas, con sus influencias, sus precursores y sus lecturas, hay mucha conciencia del presente teniendo en cuenta lo que había también, por eso está buena la frase en latín ‘in media res’, ‘en medio de la cosa’.
¿Qué vieron en estas obras para llegar a ser las primeras publicaciones de su catálogo?
JR: De estos autores lo primero que vimos es que tenían mucho laburo encima. Habían tenido varias versiones, devoluciones, probaron en prosa, probaron en verso, sacaron partes, metieron partes nuevas. Y, de esos proyectos, lo que nos interesó es que no eran espontáneos, en el mal sentido del término. Había algo en contra del ‘cualquierismo, de pensar que cualquier cosa que te nazca decir está buena’. Al contrario, era súper preciosista, tenía una cosa casi de orfebrería y para mí este trabajo, que suena como algo intangible, se ve después en los textos, donde al final prima el valor del texto mismo como artefacto o como objeto textual.
UR: Hay algo de lo material también. Como la materialidad del sonido o del verso cortado. Y también la materialidad más geográfica, incluso lo que rodea a estos autores. El de Darío, el universo es la construcción de la represa de Yacyretá, en Misiones, él es misionero y todo el tiempo eso penetra el texto. Y en el de Nico también tiene las dos cosas: hay algo muy volado textualmente, pero también hay algo del conurbano, de donde él está.
JR: En la presentación de los libros tuvimos una casualidad increíble, que es que Darío le pide al autor Daniel Durand que presente “COTA 83” y Durand en su infancia también fue desplazado de su casa por la construcción de una represa. Nosotros no lo sabíamos, pero fue muy sentida la presentación. Lo vimos a Darío conmovido escuchando a Daniel hablar de cómo la escritura había sido muchas veces un regreso a esa casa que había perdido.
Creo que lo de Nico es súper formalista en el sentido de que piensa mucho la disposición, hay partes que son bloques de prosa, partes en verso y eso lo súper pensó. Me parece que dialoga mucho con una tradición de los ‘90, cuando aparece poesía con basura, con lo sucio de lo urbano. En “Ruido afuera”, Nico recupera eso, pero al mismo tiempo tiene como una voladura total muy abstracta.

¿Qué potencia consideran que tiene la poesía para poder expresar y procesar la actualidad?
JR: El tipo de poesía que nos interesa se despega del modo de hablar general. O sea, no comparte nada con las redes, o dialoga con las redes pero sin tener esa inmediatez, y tiene una forma de hablar más demorada, que eso para mí también está bueno en una época donde todos quieren decir algo, o todos quieren pronunciarse o todos quieren escuchar una verdad medio rápida y saber qué hay que decir y qué hay que opinar. Y por ahí un poema te puede tardar dos años, como masticandolo. La poesía tiene esa potencia de carga, de ser una lectura meditada y que tenés que releer y pensar y que está abierta. O sea que no te va a decir una verdad transparente y simple, sino generar un momento de lectura y reflexión que va más allá de la inmediatez que tenemos hoy en la comunicación.
UR: Y tiene que ver con la palabra irreductible. En los talleres por ahí vemos cómo es el cortecito de verso, la palabra, cómo pequeños versos pueden generar un impacto grande en la percepción de uno, leyendo, releyendo los textos que a uno lo conmovieron.
¿Se puede vivir de lo editorial?
JR: Nosotros lo pensamos casi como un proyecto a pérdida, porque los dos trabajamos en otra cosa… Hay algo que dice Fogwill en una entrevista genial que es ‘bueno, loco, hacé algo gratis’. También el proyecto de editorial a pérdida es como una idea de decir ‘lo queremos difundir, queremos que pase, que se haga’. A mí me parece que la pandemia rompió un montón de circuitos y esta cosa de encontrarse. Es como un deber reconstruirlo, aún cuando no te vaya a dar guita, porque las ventas que hacemos al final nos dan para imprimir el libro siguiente y nos parece bien. Mientras sigan saliendo libros el objetivo es ese y sabemos que no vamos a hacer plata, menos con la poesía, que ya es como una cosa que vende muy poco, me parece.
UR: Hacemos mucho gratis para Zuckerberg también ¿no? Bueno… es una manera de robarle tiempo a eso (las redes sociales) también. El encuentro, el cuerpo, el estar ahí, en los bares, en los deptos. Cortar un poco con ese laburo y hacer laburo gratis alimentando algo más, que es la cultura, en definitiva.
–
La distribución de los libros, diseñados y diagramados por Catalina Llarín, se encuentra en curso y la realizan los propios editores a pie. Los libros publicados por Media res están disponibles en las librerías: Norte, La Libre, Otras orillas, Mala Testa, y El jaul, entre otras; también lograron llevar ejemplares a Posadas (Misiones), Bahía Blanca y Paraguay.
