F.L. Chivite: “He huido de la literatura pero siempre he buscado la poesía”

“Nunca he elegido mi literatura, casi diría que ni la he querido, sino que se me ha venido imponiendo. Desde joven he tenido la sensación de que era una imposición, una especie de destino. Si yo no asumía ese destino, iba a ser una persona muy infeliz”. 

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Yo confío, dice Fernando con un vaso de whisky en la mesa y su pipa colgada al cuello una tarde de julio y calor en su casa de Villava, Pamplona. ¿En qué?, le pregunto. “En el espíritu humano, responde. “¿Y por qué? ¿Por qué tengo yo esperanza en el espíritu humano? Pues no sé, pero la tengo”, agrega

Fernando es Fernando Luis Chivite (Pamplona, 1959), y acaba de publicar la novela Ferdy el fatalista (Papeles Mínimos, 2025), el segundo libro de la saga de Ferdy, una serie de cinco obras donde el protagonista principal es una proyección de él mismo en el futuro. Un subgénero narrativo al que Chivite llama “anticipación biográfica”. 

Las dos primeras novelas de Ferdy están escritas en clave de comedia absurda. “Es una escritura de carácter cómico-místico, con un humor irónico de fondo que flirtea con el humor negro y con la muerte, basado en un personaje que es una versión semificticia de mí mismo”, cuenta. El protagonista, Ferdy, tiene diez años más que Chivite, toma café todas las mañanas en el Torino como Chivite, y a diferencia de él, tiene una pierna biónica y es viudo. 

Ferdy el fatalista es su décima novela. Con la primera, Los seres indefensos, que acaba de ser recuperada y reeditada por la editorial Amarillo, ganó el Premio Ciudad de Barbastro de novela en 1993. Dos años después, fue merecedor del Premio Pío Baroja de novela por La tapia amarilla (Pretextos). Luego ganaría también los premios de poesía Gerardo Diego (1996) y el Ciudad de Irún (1998). Y en 2006 el Premio Café Gijón de novela por Insomnio (Acantilado).

En sus novelas anteriores, dijo en alguna ocasión Chivite, pueden distinguirse dos trilogías. La trilogía del siglo XX compuesta por La tapia amarilla, El viaje oculto y La fuga de todo. Y la trilogía del siglo XXI, conformada por Insomnio, El invernadero y Sebas Yerri. Retrato de un suicida.  Él mismo ha reconocido que estas novelas son “Bastante existencialistas, muy poéticas. Basadas en la contemplación de la vida diaria, de la cotidianidad de mi generación, de cómo iba evolucionando la gente de mi edad a lo largo de la vida. Una observación diaria de las personas que me han rodeado, de la cultura en la que he vivido”.

Sus cuatro libros de poemas, publicados entre 1986 y 2009, fueron reunidos y publicados en 2021 por la editorial malagueña Luces de Gálibo bajo el título Una cuestión de equilibrio. Poesía completa. Dice Chivite en el prólogo que siempre le ha parecido que la prosa es algo que se elige mientras que la poesía es algo que te elige a ti. ¿Te sentís poeta?, le pregunto. “Siempre tuve el convencimiento de que era un poeta, pero me daba cierto pudor decirlo”, confiesa. “Ser poeta no lo puede decir uno de sí mismo, te lo tienen que decir otros. Entonces es cuando puedes empezar a decirlo”, asegura.

Va a buscar más hielo para los whiskys y al volver dice, “Nunca he elegido mi literatura, casi diría que ni la he querido, sino que se me ha venido imponiendo. Desde joven he tenido la sensación de que era una imposición, una especie de destino. Si yo no asumía ese destino, iba a ser una persona muy infeliz”. 

Ese destino aceptado a muy temprana edad, le dió mucha confianza, admite. “Tenemos dentro una sabiduría, una fuerza que nos viene de muy atrás. Es la energía del universo y está metida en la especie humana. En eso tengo confianza yo, en la energía del universo metida en la especie humana, que es la vanguardia de la evolución de todas las demás especies”. A pesar de la confianza, nunca quiso escribir para ganar dinero ni por encargo. De manera que aceptó su escritura con una condición, la de no tener que ganarse la vida escribiendo. “Eso hubiera sido terrible para mí”, admite. 

“Nunca he buscado nada en literatura. Nunca he pretendido nada y nunca he perseguido nada, solo acatar una orden interior. En cada momento he escrito lo que se me dictaba. No he elegido sino sólo la primera frase. Mi manera de escribir siempre ha sido la misma: escribir desde el yo y en presente. No sé por qué, pero siempre ha sido mi lema, igual que carecer de argumento inicial”, afirma en relación a su trayectoria literaria.

Eso se ve muchas veces en sus columnas, basta leer un miércoles cualquiera El Farolito, para comprobarlo. Pero lo cierto es que no importa mucho el género que escriba. En sus poemas, en sus novelas o en sus columnas, Chivite es Chivite, un género en sí mismo. A veces una tiene la suerte de ir a tomar un café al Torino y charlar con él, y nunca se sabe si se está hablando con Ferdy o con Fernando, y en cualquier caso no importa. 

“Yo no sé cómo va a acabar la columna. Yo empiezo la columna con una frase lo más extraña y poética posible. Una frase que resulte provocadora o divertida o algo así. Que la gente diga, ¿qué hostias está diciendo este cabrón? Y a partir de ahí empiezo a divagar hasta que al final llega un final que más o menos conecta con la actualidad. Pero yo no sé cuál va a ser ese final. No tengo ni idea”. Supongo que esa es una de las cosas que más nos gusta a quienes disfrutamos de leer a Chivite, que no se sabe a dónde va a llegar, por dónde va a salir. 

También confiesa que cuando acabe todos los Ferdys quizá vuelva a la poesía. “Yo he huido de la literatura, lo que siempre he buscado es la poesía. Para mí son dos cosas totalmente distintas. Lo que he buscado es que en mis obras haya, cuanto menos literatura, mejor. Yo a la palabra literatura le doy una connotación de artificio, a la palabra poesía le doy una connotación de elevación y encanto”, afirma.

En relación a los libros siguientes, cuenta que está escribiendo el tercero, “Ferdy el visionario”, otra novela. El cuarto, “Ferdy y las estrellas”, será una obra de teatro. Y el último, “Ferdy y la muerte”, novela. Le pregunto si todos se van a publicar en Papeles Mínimos y comenta que no hay compromiso explícito pero algo hablaron con su editor, Imano Bértolo, y les entusiasma hacer una especie de pack de la saga Ferdy. 

Papeles Mínimos es una editorial madrileña conformada por Montse Lago e Imanol Bértolo que nació a raíz de una serie de plaquettes que editaron en 2013. El proyecto tiene tres colecciones: narrativa, poesía y gráfica. “El diálogo con los lectores lo van dando los libros. Algo imprescindible para nosotros es el disfrute y el colaborar con escritores y artistas cuyo trabajo nos guste, apostar por algo que veamos que puede ser interesante, que pueda aportar algo”, señala Imanol. 

Acaba de iniciar una colección nueva llamada Álbum, “deudora, muy humilde de los álbumes de la Biblioteca de la Pléiade de Gallimard. Se trata de recoger la memoria gráfica y biográfica de diferentes artistas”, cuenta su editor. “Empezamos con el poeta brasileño Lêdo Ivo (Maceió, Brasil, 1924-Sevilla, 2012)”. También adelantaron que seguirán con Manolo Gulliver (Ciloeches, Guadalajara-Madrid, 2024), librero de viejo, especialista en las vanguardias del siglo pasado, factotum y cicerone de artistas, coleccionista, editor, etc”.

“Con Imanol fue un encuentro inesperado”, señala Fernando. “Imanol es un personaje, supongo que no lo ignora. Es como un personaje de Balzac. Es romántico. Es romántico total y Montse una pizpireta”.  Chivite habla con cierta alegría de sus editores. “Se atrevieron con Ferdy, demostraron cierta audacia y valentía. A sabiendas de que probablemente no cubra gastos”.