La prestigiosa escritora argentina María Teresa Andruetto inauguró este viernes la 33° Feria del Libro Infantil y Juvenil en el Salón de Honor del Palacio Libertad pidiendo un minuto de silencio por “los 25.000 niños gazatíes muertos bajo las bombas, los misiles, el hambre y la sed” e hizo hincapié en la potencia de la lectura y la imaginación para generar focos de resistencia social, “como bichitos de luz en la oscuridad” contra las maquinarias de poder.

“Hoy, hace 31 años del atentado a la AMIA. Vidas segadas por la violencia, por ese atentado. La muerte violenta de personas. Cada uno de nosotros tiene lo que Charles Dickens llamó en Nuestro amigo común, una chispa de vida. Destruida esa chispa de vida, no destruye solo al otro, sino que va en desmedro de nuestra humanidad”, dijo al inicio de su discurso la autora, que es la primera en idioma español en recibir el premio Hans Christian Andersen, considerado el Nobel de la literatura infantil.
“Los que compartimos aquí esta tarde estamos de una u otra forma relacionados con la infancia y, por eso, ante todo, me voy a tomar un minuto de silencio por los 25.000 niños gazatíes muertos bajo las bombas, los misiles, el hambre y la sed”, añadió.
Andruetto señaló que “la literatura para la infancia, todo lo que ella representa y su ecosistema -de escritores, ilustradores, editores, especialistas, mediadores, maestros, bibliotecarios, lectores, editoriales, instituciones, organizaciones, premios y premiados-, no puede hoy desviar la mirada de Gaza”, y recordó que más del 40% de los 100.000 palestinos asesinados en el genocidio de Israel contra Gaza, son niños (según el periódico Haaretz, el más antiguo de Israel). “Las cifras están, por cierto, atrasadas. Tuve que ajustar varias veces la información mientras preparaba estas palabras porque se incrementan hora a hora”, alertó la prestigiosa escritora.
“Se trata del mayor infanticidio de la centuria en un territorio sitiado, una jaula de 400 cuadras de largo por 100 de ancho”, completó en una descripción escalofriante.
Luego de ese crudo relato de la realidad, Andruetto apeló en su discurso a la esperanza a través de la poesía cuando dijo que “comparto la intención de poder —aún en medio de tanta destrucción— observar el vuelo de las luciérnagas”, como metáfora de la memoria. “Las luciérnagas, esos punzantes recuerdos del pasado, pueden hacernos una señal en medio de la noche para poder mirar un poco más allá”, destacó.
Entre los pasajes y citas de distintos pensadores y pensadoras también señaló que “no se puede resolver una crisis con aquello que es su combustible”.
Y se preguntó: “¿Cuánto más tendrá que sucedernos para que, como el niño que en el cuento de Andersen ve un desfile de obscenidades, podamos desde el centro de la ética y de la política decir que el emperador está desnudo y desactivar a los sastres mentirosos tanto como nuestra propia servidumbre?”.
En cuanto al clima de época, Andruetto subrayó que “las sociedades contemporáneas giraron hacia el más descarnado individualismo en ojos dirigidos no contra quienes nos dañan, sino contra los más pobres o más necesitados que nosotros”.
No obstante, destacó que “el arte en general y los textos literarios en particular, son una reserva de potencialidad para horadar algo, para desplazar un margen, romper un límite. Ponerse en cuestión. Dar a pensar”.
Y cerró su discurso apuntando que “con los libros podemos establecer conversaciones entre quienes estamos vivos y quienes están muertos, entre quienes pensamos en una lengua y quienes piensan en otras. Entre los que somos de aquí y los que son de otros lugares o de otras épocas”.
“Leer da a pensar. Porque leer es también imaginar. Y imaginar es un acto de resistencia frente a las maquinarias de poder. Resistencia. Eso hacen a veces también los pueblos de las maneras menos pensadas para que pueda suceder lo impensado para poder escuchar algo más que lo que ya sabemos”, concluyó ovacionada de pie por la audiencia que asistió al lugar.
Por su parte, el presidente de la Fundación El Libro, organizadora de la feria, Christian Rainone contó algunas acciones que impulsan para fortalecer el vínculo con el libro en la infancia y la juventud. Entre ellas, buscarán “mejorar las experiencias de público más joven en nuestras ferias, incorporando propuestas inmersivas, interactivas y lúdicas que acompañen los contenidos editoriales”, porque “la idea es que visitar una feria no sea solo una salida educativa, sino una experiencia deseada, estimulante, que se recuerde y se comparta”, precisó Rainone.

Y anunció que estas innovaciones estarán presentes en las próximas ediciones de la Feria del Libro de Buenos Aires, así como en las próximas ferias infantiles y juveniles.
En segundo lugar, adelantó que para ampliar la participación de escuelas y centros educativos están desarrollando un instrumento que financie parte o totalmente la compra de libros de estudiantes y docentes dentro de la feria, siguiendo el exitoso ejemplo de la Bienal del Libro de Brasil.
“Solo la mitad de los visitantes de la feria adquieren libros”, reveló la encuesta que realizaron al público asistente durante la última Feria del Libro de Buenos Aires, contó Rainone.
Por ese motivo, apuntó que deben trabajar para que “ningún niño ni joven se vaya de la feria sin al menos un libro en la mano”.
También trabajan en desdoblar la feria infantil de la juvenil, concluyó el presidente de la fundación.
