Dani Ruggeri: “Se está produciendo mucha historieta nacional, tenemos una usina gigante y somos escuela”

La historietista y docente ganó el Premio Carlos Trillo a la Mejor obra infantil y juvenil por su libro “El otro lago” durante la 14º Convención Internacional de Historietas Crack Bang Boom, uno de los encuentros de historieta más grandes de Latinoamérica que se realizó en Rosario del 14 al 17 de agosto.

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Dani Ruggieri, historietista, ganó el Premio Trillo por su libro «El otro lago». Buenos Aires, agosto 2025. Andrés Wittib. Señalador

Juan está dispuesto a todo para encontrar un tesoro en las profundidades del Lago de Lugano. Seres extraños y fantásticos, parecidos a los que se vieron en el streaming del Conicet, se esconden en esas aguas. Para alcanzar su deseo, Juan hace un dudoso trato con una criatura sospechosa en el barrio porteño de Villa Lugano y algunos de sus misterios tendrán que salir a la luz para que sus amigos Rú, Caro, Oli y Dan lo salven del problema enorme que armó.  

Esta es la trama central del libro “El otro lago” (Ed. Maten al Mensajero), de Dani Ruggeri (35), con la que renueva la clásica historieta de aventura fantástica en una nueva locación, poco frecuente, y que fue reconocida por otros historietistas de renombre con el Premio Trillo a la Mejor obra infantil y juvenil. 

Oriunda del barrio Cardenal Samoré (Lugano), la autora ya había ganado el mismo premio con su primer libro, “El Diablo en la Torre Nueve” (Barro Editora), en 2021.

Los Premios Trillo son votados exclusivamente por creadores de historietas —que escriben, dibujan, entintan, colorean, diseñan, editan— o involucrados en el aspecto creativo de las historietas, que fueron invitados de la Convención Crack Bang Boom en ediciones anteriores (de 2010 a 2024).

Este año, “El otro lago” ganó además el Premio Cinder a Mejor Obra Nacional Público Infanto-Juvenil. Se trata de los primeros premios de difusores, críticos y periodistas de historieta en Argentina para consagrar lo mejor del medio. 

Creo que formo parte del nuevo movimiento de lo que es la nueva historieta argentina. Yo empiezo a producir durante las últimas etapas de la Revista Fierro, en el inicio de las ferias y de los WebCómics, en la total ausencia de procesos industriales. Pertenezco al momento de festivales donde todos nos encontramos y producimos. En términos narrativos es un híbrido total lo que hago. Creo que me inscribo en esa nueva corriente de feriantes que nos retroalimentamos y nos leemos”, dijo Ruggeri a Señalador sobre cómo se inscribe su obra en la tradición de la historieta argentina. 

Señalador (S): ¿Por qué decidiste situar esta historieta en Villa Lugano? 

Dani Ruggeri (DR): No es simplemente un capricho autobiográfico. Hay una decisión política detrás, porque no sé si hubiera sido lo mismo si hubiera nacido en Nordelta. El lago de Lugano ahora encima es reserva municipal y está muy lindo, hasta encontraron carpinchos ahí. A mí me llevaba mi tío ciclista cuando era chiquita, mi encuentro con lo salvaje estaba ahí. Ahora los chicos van de excursión con el libro. Juan Sasturain, para hablar de una obra gigante como es El Eternauta, habla ‘del domicilio de la aventura’: dónde se ubica el domicilio de la aventura es también una decisión poética y política.

S: ¿Qué particularidad tiene al estar situada en el barrio? ¿Hay otras historietas similares en cuanto a lo territorial?

DR: Hay algunas re interesantes, pero también hay mucha tradición de que se hace siempre desde el lugar de lo «terribles» que son esos espacios, narrados como «oscuros» y «peligrosos». Hay un balance delicado que hacer ahí porque uno no quiere simplemente invisibilizar las injusticias sociales que pasan en las periferias, ya sea en un complejo habitacional, como en este caso, con buenos departamentos, en general siempre como muy señalados, como los lugares ‘peligrosos’. Lugano tiene barrios monoblocks y barrios populares, y todos esos entornos, en los lenguajes artísticos o en las narrativas, muchas veces están muy representados desde lo visceral, desde un lugar como muy trágico. Y lo entiendo en tanto denuncia, pero no lo entiendo tanto en términos de reivindicación de la pulsión de vida que sí hay ahí. A veces hay construcción de miedo alrededor de lugares que son vulnerables o vulnerados, pero ahí hay chicos, ahí están haciendo su vida, ahí la disfrutan. No es solamente el derecho al pan, también es el derecho al cuento de hadas, porque si no pareciera que es un lujo el acceso a la cultura, y ni hablar del acceso a la representación de esos pibes en sus calles viviendo fantasía. 

S: ¿Cómo fue el acercamiento del libro a lxs chicxs del barrio?

DR: Fue increíble. Las escuelas que me llaman son las del sur de Av. Rivadavia: de Lugano, Soldati, Floresta, Mataderos, a las que les llegó mi libro porque se corre la voz, o porque llegó una nota, se enteran los docentes y les interesa. En la historieta se ve la torre del Parque de la ciudad, algo que afecta el paisaje de todos los barrios de esa zona. Entonces fui paseando por los barrios, pero no me estaba animando a ir a la Escuela 15 de Samoré. Me agarraba toda una cosa emocional, porque también fui a esa escuela primaria y no la pasé muy bien en términos de bullying. La Dani de 12 años había dicho ‘Yo no vuelvo nunca más’ y 21 años después me contacta el bibliotecario, un genio, porque había salido de casualidad recomendado “El diablo en la Torre nueve” por el Día del Niño en Infobae y reconoció el barrio en la tapa de mi libro. Ahí empiezo a ir. Él y docentes que trabajan en primer y segundo hacen una actividad situada, lectura con los chicos, pasean por el barrio y juegan a reconocer lo que hay en las viñetas y lo que ven. Me importa mucho la referencia, porque yo entiendo que es para lectores de todo el país, pero los pibes de ese barrio ven absoluta representación, lo más fiel que yo pueda. Me importa mucho que la arquitectura esté lo mejor representada, porque también la arquitectura de un complejo habitacional habla de proyectos de país, de proyectos poblacionales. Hay decisiones políticas en cómo se alberga a la clase trabajadora en este barrio. Hay chicos de la Villa Cildañez, del barrio Copello, del barrio Nágera y la pregunta es ¿qué pasa en tu barrio? Así lo hicieron también unos chicos de una escuela de Pompeya, hicieron ‘el otro Pompeya’ con el hombre El lobo de Puente Alsina. Crean historietas según su locación. Se ponen a observar sus lugares y arman sobre eso como esta idea de la hoja de calcar arriba de tu barrio y generar fantasía alrededor de eso. Mérito de los docentes y de los pibes. Increíble laburo docente fino y puro. Bien situado. 

Dani Ruggieri, historietista, ganó el Premio Trillo por su libro «El otro lago». Buenos Aires, agosto 2025. Andrés Wittib. Señalador

S: ¿Y qué te genera que se utilice así tu obra? 

DR: Profunda emoción y también es profundamente reivindicativo como docente, artista y militante. Es como… ¡qué intervención artística y política! que estén trabajando con historieta, que además es este lenguaje que requiere no solo trabajar con la maestra de grado sino también involucrar a los de plástica y a otros docentes. Y yo estoy emocionada, porque los ves y están re manija los pibes. Vienen y te dicen ‘Yo también vivo en la torre, pero no vi al diablo’, o dicen ‘Nunca vi a una chusma salir de los asientos’ y yo les respondo ‘Pero no miraste atento’. 

S: ¿“El otro lago” es la continuación de “El Diablo en la Torre Nueve»? ¿Estás trabajando en otros libros?

DR: Sí, pero se pueden leer por separado y eso fue un énfasis muy importante que marcamos editorialmente, porque las colecciones son muy complejas de completar hasta económicamente para los chicos. Las historias de “Continuará…” parecieran pertenecer a otros momentos de la industria del ámbito de producción. Hay algunos proyectos que están empezando otra vez a armar algo así. Pero yo pensaba más en el tipo de colección como Astérix o Tintín que si lo lees en orden, podés ir viendo cuando van apareciendo personajes, pero si los lees desordenados, entendés todo igual, como autocontenido, pero en un mismo universo.

El otro lago es parte de una colección que estamos proyectando con Maten al mensajero, que se llama “Aventuras en el Otro Barrio”, el título que saldrá este año es “Más allá del jardín” que expande la historia sobre el original de 2021 “El Diablo en la Torre Nueve”. Hay más títulos proyectados para los siguientes años.

Barro se deshizo como editorial, pero los proyectos que tenía migraron a otras editoriales. Yo migré a Maten al mensajero con Lucas Rodríguez, que es mi editor, que trabajó conmigo en El Diablo en La Torre nueve y en El otro lago. Esa continuidad estuvo buena porque nos entendemos muchísimo, tenemos un código en común. 

S: Juan, el personaje principal de El otro lago, hace una exploración subacuática en la historieta ¿sentís que este libro -impreso el año pasado- se potencia este año post streaming de los científicos del Conicet en Mar del Plata?

DR: Eso espero, porque yo no lo podía creer. Juan para mí es un estilo Tom Sawyer, de Mark Twain. Cuando estaba empezando a hacer la historieta, hace dos años, me había agarrado un mambo estético de placer de mirar imágenes del fondo del mar, bichos muy extraños y dibujarlos. Son pensamientos estéticos pasajeros, por ahí después me agarra con aves y después con montañas. Y yo decía ‘quiero una aventura subacuática’ y me acordaba de los renacuajos y mis paseos. Yo les digo a los chicos ‘No existe el original absoluto’, si no que uno tiene como una olla en la cual va colocando muchos ingredientes para armar un nuevo guiso y esos ingredientes son sus experiencias vitales, gente que conocieron, historias que leyeron, obras de teatro, poesías, música, cosas de la realidad. Entre más prueben de todo, más lean, más observen, más condimentos van a tener para ese guiso. Entonces armé como una olla con todo eso y me puse a jugar con todas esas criaturitas. Eso me hizo reír ahora con todo lo del streaming  porque como empecé a mirarlo de costado, de repente lo miro y digo pero ‘esa es como yo la dibujé’. Parece planeado, pero juro que salió un año antes de lo del streaming. Profético. Además, yo quería tratar de poner un mensaje socioambiental de alguna manera. Juan entra al lago como un colonizador con esas narrativas de libros de aventura del siglo XIX que dicen ‘Yo vengo a descubrir’, hasta que le paran el carro diciéndole “estos tesoros se atesoran, no se extraen, estas maravillas naturales están para ser disfrutadas y es tu derecho disfrutarlas también, poder verlas”. Creo que esa fue la magia del streaming también, que fue como generar maravilla y un pensamiento de la soberanía de lo natural.

S:¿Por qué pensás que fue elegido el libro como mejor obra infanto juvenil este año? ¿Qué feedback tuviste de tus colegas?

DR: La terna estaba para mí muy peleada en términos de que eran todas obras muy buenas. Entre las devoluciones o elogios que me hicieron, lo que me rescataban los colegas fue hacer hoy, en este territorio no hegemónico, algo tan clásico en cuanto a narrativa fantástica y, al mismo tiempo, en ese intento de renovarla poniendo ese domicilio de la fantasía y de la aventura en un monoblock contemporáneo. Otros rescataban también cuestiones más político-sensibles de estos niños marrones entrando en peligro, saliendo. Y otros simplemente fueron adultos que la pasaron bien leyéndola, que son colegas que leen historietas, que disfrutan las historietas.

Yo no soy muy amiga de que las obras infanto juveniles tengan una absoluta sectorización de edad. Esta cosa de un libro que es de 4 a 6 años no puede tener más de cuatro viñetas por página y que si es de 6 a 8 años puede tener hasta seis viñetas. ¿Qué es este acartonamiento del lenguaje y de las narrativas de las historias? Una cosa es no dejar afuera a los pibes, es decir, no generar algo que los deja afuera y otra cosa es subestimarlos. A mí me gusta colar dos o tres palabras complicadas que generen la necesidad de preguntarle al docente o al familiar un ‘Che, ¿qué es esto?’. 

S: ¿En qué momento se encuentra la historieta nacional y qué le atrae a los lectores que por ahí hoy están entre el manga y Marvel?

DR: Ahí nosotros tenemos un desafío. Lo estamos discutiendo mucho. Ahora que se están organizando los divulgadores de historieta también arman hasta mini congresos entre ellos para discutirlo. Están asociándose. Y de ahí derivaron los Premios Cinder. Se juntaron y no es exactamente una gremialización, pero es un proceso que para mí es afín. Entonces están pensando cómo podemos aprovechar la oportunidad de El Eternauta, que se vuelve a hablar de historieta; cuál es la relación con el manga, porque tenemos un montón de lectores jóvenes de manga, que está a todo lo que da, pero que para motivarlos para que lean algo nacional es todo un desafío, todo un asunto. En el caso de lo que es más Marvel, superhéroes, en realidad están consumiendo muchísimo más todo lo cinematográfico y hasta esas editoriales están teniendo algunos temas sobre su venta de historietas.

Pero el caso de El Eternauta fue tremendo, porque cuando empezamos a ver que todo el mundo se daba manija con la historia, en algunas discusiones sobre la difusión de la serie no siempre se hablaba tanto de historieta y nosotros insistimos más en que hablen de la historieta… Es decir, tratar de aprovechar y redireccionar la mirada a algo que además se está produciendo muchísima historieta nacional, tenemos una usina, una producción gigante. Hay espacios de WebCómic que se pueden leer gratuitamente si uno quiere, un pantallazo increíble de lo que se está produciendo, como Webcomic Mutante o Croma Comics, en el portal de WebCómic de Loco Rabia. Las editoriales medianas y grandes tienen distribución nacional. Mi libro se consigue en Yenny y en Cúspide. Pero también hay un sistema de distribución que se llama Che Distribuidora y en todas las provincias que quieran pedir pueden pedir y tener. Se fue preparando y organizando un terreno que está listo para recibir muchísimos lectores y que se vuelva a convertir en un hábito el leer historieta argentina hoy. Para mí perder La Fierro fue muy grave porque generaba como una base de gente que la compraba, la seguía, pero hay proyectos cocinándose. Estamos observando mucho lo que está pasando para intentar que vuelva a aparecer esa costumbre, que además somos uno de los países tipo productores de historieta primero de Latinoamérica, si no el más grande, le pega al palo. Salvo que contemos Brasil, pero Brasil es su propia cosa.

En una comiquera italiana, una góndola es “Escuela argentina de historieta”. Somos escuela tenemos una tradición muy grande de historieta, de exportar historietistas, de historietistas argentinos que trabajan para las enormes industrias. Tenemos una autora como Sole Otero, que fue premiada por el mayor premio del mayor evento de historietas de Occidente, que es Festival Internacional de la Historieta de Angulema, en Francia, tenemos ganadores del Premio Eisner. Vengan a leer historietas, por favor. Estamos haciendo de todo, hay muy buena narrativa, muy buen arte.

Dani Ruggieri, historietista, ganó el Premio Trillo por su libro «El otro lago». Buenos Aires, agosto 2025. Andrés Wittib. Señalador

S: ¿Qué es el proyecto Feminismo Gráfico y que rol tenés ahí?

Feminismo gráfico surge para investigar y visibilizar la presencia de autoras de historieta desde el principio del siglo XX a la actualidad. Generamos un proyecto y una muestra que se llama ‘Nosotras contamos’, que es una exhibición que arma un botón de muestra, porque la verdad es que recabar de manera exhaustiva es muy difícil en los primeros períodos, sobre todo, porque hay mucha firma anónima, apellidos muy ambiguos, esposas de historietistas que coloreaban. Originalmente estaba coordinado por Mariela Acevedo, que era investigadora, militante, editora de cómics, guionista por lo tanto  una actriz activa del campo, y falleció en enero. Actualmente lo co-coordinamos Jules Mamone (Femimutancia) y yo. 

S: ¿Qué te gustaría transmitir con tus historietas? ¿Algo que te gustaría que quede, que trascienda?

DR: Me gustaría transmitir el deseo de buscar más historias y leerlas o mirarlas, de buscar más visualidad y más narrativas; y el deseo de encontrar magia en los rincones y de expresarla de alguna manera. Converge con el rol docente, que sea multiplicador. Que lectores salgan productores, como pasó con los pibes del barrio que empezaron a hacer sus historietas.