
Desde Ciudad de México y en conversación por correo electrónico, los socios Alonso Salmerón Toro y Gonzalo Segura cuentan a Señalador la experiencia de la distribuidora Nadie Distribuye. “Queremos crecer junto con los proyectos que distribuimos”, afirman.
El proyecto de la distribuidora surge de la conjunción de dos pilares: uno desde el interior de la librería «El Desastre», creada por Alonso, que se encontraba en conversación con algunas editoriales mexicanas para impulsar su distribución por cuenta propia; el otro eslabón llegó desde Buenos Aires, como un “socio natural”, con buena relación con editoriales argentinas que se encontraban desencantadas con su distribución en México.
En las conversaciones de los dos socios surgió la idea de que esas editoriales se unieran para tomar las riendas de su propia distribución. “Estas dos circunstancias nos pusieron a darle cierto orden a la idea de una nueva distribuidora pequeña, cuidada y muy cercana con las editoriales. Hasta el día de hoy esa cercanía es clave en la empresa”.
¿Cuáles fueron los principales desafíos o retos que encontraron al comenzar?
Más allá de los típicos desafíos de proyectos de esta naturaleza (pequeños, caseros, etc.) y que frecuentemente tienen que ver con incursionar en campos desconocidos, uno de los grandes retos fue el traspaso de las editoriales de su distribuidora anterior a la nueva, un proceso siempre complejo con las librerías. Otro desafío, que sigue siendo cotidiano, es lograr que cada editorial, con su ritmo, logre convivir con los ritmos de las demás, logrando uno solo dentro de la distribuidora. El reto es que cada editorial consiga sus metas propias (expectativas de ventas, colocación, presencia en librerías) pero avanzando con todas las otras a un ritmo parejo.
Al final del día, la distribuidora concentra sus esfuerzos en una sola “persona”. Diez sellos que antes llegaban a librerías cada uno por su cuenta y a sus tiempos, ahora comparten un servicio de novedades. Ese ritmo hay que respetarlo sin olvidar que la función más básica de la distribuidora es una función unificadora (de tiempos, de pagos, de cobros, de envíos, etc). Ese es el trabajo.
– ¿Qué conocimiento tenían del sector editorial en México? ¿Qué ideas confirmaron? ¿en qué aspectos se sorprendieron?
– Teníamos algunos conocimientos básicos del mercado editorial y librero, cada uno por su cuenta: el mundo de la distribución en Argentina y el de una librería independiente en México. Confirmamos que, como dice el dicho, “no es lo mismo ser borracho que cantinero”, que en otras palabras menos coloquiales significa que nos dimos cuenta de que mientras más se estrechan las relaciones comerciales, más cuidadosos hay que ser. Al final, concentrar todas las compras y ventas de una editorial supone una responsabilidad mayúscula. Sin ir más lejos, una distribuidora puede quebrar a una editorial en unos cuantos meses de mal trabajo. No es cualquier cosa ser responsable de esa confianza que cada editorial tuvo para con nosotros al entregarnos su distribución.
Sobre las sorpresas del mundo editorial, suelen ser –como siempre– las de las ventas. Qué libro se vende más, qué libro se vende menos, qué apuestas funcionaron, cuáles fallaron. Siempre es una sorpresa y también es parte de la diversión en este mundillo. Al fin y al cabo uno nunca sabe realmente lo que las y los lectores están esperando para comprar.
¿Qué evaluación hacen del entramado de librerías en la ciudad donde están y en el país?
Las librerías en México, como las de cualquier país, son dignas de estudio. A muy grandes rasgos pensamos que el mercado mexicano está muy fragmentado. La mitad del mercado le corresponde a una sola cadena de librerías y el resto se divide entre dos o tres cadenas medianas. Luego hay una gran cantidad de librerías independientes que por su diversidad, funcionamiento y tamaño son casi inclasificables. Poco a poco, en los últimos años, hemos visto con mucha emoción el surgimiento de proyectos de librerías independientes cada vez más sólidos y profesionales, pero siguen siendo contadas las librerías independientes que tienen más de 8 años de existencia.
Esa manera de describir a las librerías es también una manera de dividir a los y las compradoras de libros. La cantidad de gente que busca libros en librerías independientes va creciendo pero sigue siendo una minoría para el tamaño del mercado mexicano. Las grandes cadenas tienen una presencia muy importante, sobre todo fuera de la Ciudad de México. Sin embargo es en las librerías independientes donde cada vez más las editoriales crean lazos fuertes y esas librerías, a su vez, con sus clientes. Algo que no pasa en los grandes pisos.
¿Cómo ven al sector editorial en comparación con otros países de habla hispana?
Constantemente buscamos encontrar similitudes y diferencias con otros mercados de habla hispana. Con un argentino en casa tenemos cerca ese mercado, que es un mercado muy atractivo pero con unos ritmos difíciles de leer por el contexto económico. Al distribuir editoriales españolas también tenemos diálogo con ese país. Vemos en ambos mercados (Argentina y España) una red de librerías independientes muy fuerte, con mucho profesionalismo, con libreros y libreras de años y con una “carrera” en el oficio. Son mercados que vienen trabajando desde hace mucho tiempo en consolidar una red muy sólida que ha logrado luchar contra grandes cadenas, leyes poco favorables, plataformas digitales y otros desafíos económicos. Aquí en México aún nos queda mucho para construir un gremio más unido, más fuerte y mejor preparado. Vemos con buenos ojos lo que en los últimos años ha sucedido, pero aún hay un largo camino por recorrer.
¿Cuáles son las editoriales con las que están trabajando? ¿Qué criterios les interesa pensar a la hora de distribuir a una editorial?
Tenemos editoriales mexicanas, argentinas, chilenas y españolas principalmente. Más allá del catálogo, que naturalmente son libros que a nosotros nos gusta leer y que son proyectos que seguimos de cerca, lo que hemos aprendido en estos años es que una parte importante en una distribuidora pequeña como la nuestra es el tamaño de las editoriales. Lo que decíamos al inicio: unificar los ritmos de cada una. Es importante que el fondo de la editorial y la salida de novedades no sea tan dispareja entre todas, de otro modo, las cosas se complican mucho más de lo que uno pensaría.
¿Cómo reciben en el país a las editoriales argentinas y españolas que ustedes distribuyen?
Las editoriales argentinas y españolas siempre han sido bien recibidas en México. Lo que suele pasar es que la comunicación que pueden tener las editoriales extranjeras con las librerías y lectores en otro país es más compleja que con las editoriales locales. Cada tanto la distribuidora se convierte en una extensión de las editoriales extranjeras para funcionar como su brazo de comunicación en México; es algo que nos divierte mucho pero es un trabajo que no se considera siempre como parte de las labores de la distribución. Es otro de los grandes retos: instalar en la conversación mexicana a las editoriales independientes extranjeras.
¿Cuáles son las próximas metas de la distribuidora?
Ahora estamos atravesando un momento importante de profesionalización. Encontramos la manera de hacer las cosas y la gente con la que queremos trabajar. El objetivo es seguir haciéndolo cada vez mejor y lograr el cometido inicial de NADIE Distribuye: queremos crecer junto con los proyectos que distribuimos. Al final del día, las editoriales con las que trabajamos son editoriales que nos gustaría ver crecer y con ellas crecer nosotros. En eso estamos ahora y en eso seguiremos los próximos años.
