Así lo hicieron desde su primer libro, ‘Tristura’ con el que iniciaron la Operación Quiroga para recuperar el legado de Elena Quiroga (Santander, 1921-La Coruña, 1995), de quien también publicaron ‘Viento del norte’, la obra con la que la escritora ganó el Premio Nadal en 1950, y más recientemente ‘Escribo tu nombre’, novela que editan sesenta años después de su publicación.
Antes de convertirse en editorial, Bamba fue una revista digital sobre mujeres del mundo de las artes. Desde ese espacio virtual dedicado a reivindicar el lugar de artistas y escritoras, crearon una pequeña comunidad de lectoras y unos años después decidieron lanzarse a la edición.
Otra de las autoras que han recuperado es Elena Garro (Puebla, 1916-Cuernavaca, 1998), de quien publicaron el año pasado ‘Testimonios sobre Mariana’ y con quien en marzo de este año iniciaron la colección Híbrida con ‘Memorias de España 1937’, los diarios que la escritora mantuvo durante su visita a España junto a su esposo Octavio Paz.
Con la autora mexicana también cierran su tercer año de trayectoria: la novela ‘Un traje rojo para un duelo’ acaba de llegar a las librerías de España. Un texto donde a través de símbolos hondos y oscuros, Garro denuncia y señala la violencia más íntima: la que se ejerce contra las mujeres en la neutralización de su palabra, de su deseo y cuerpos.
En Eterna, su primera colección, editan ficción y obras como ‘Cometa Rojo’, la biografía de Sylvia Plath escrita por Heather Clark publicada en 2023. En cambio, su colección Híbrida está dedicada a textos experimentales, diarios, ensayos y poemarios. En esta última publicaron el pasado mes de abril ‘Escribir como nace la tierra. Una poeta en prosa’ de la chilena María Luisa Bombal, un libro que recopila confesiones extraídas de las entrevistas donde la autora reflexiona sobre su relación con la escritura.
El equipo de Bamba está formado por Raquel Bada, Lucía Navarro, Laura Baufalc y Cristina Portela. Con motivo de su aniversario entrevistamos a la directora y editora Raquel Bada.

Señalador: ¿Cómo nació Bamba y qué las impulsó a crear una editorial propia?
Raquel Bada: Bamba nació de un deseo muy insistente: devolver a ciertas autoras el lugar que merecen y que, por distintos motivos, habían perdido en el panorama literario. Veníamos trabajando en el sector editorial. También de un proyecto previo: una revista digital que fundamos varias compañeras y que nos permitió construir, desde muy temprano, un vínculo con una lectora concreta y muy presente. Ese espacio nos hizo ver algo que se repetía una y otra vez: había autoras fundamentales cuyas obras no podían encontrarse en ninguna parte. Esa ausencia, esa dificultad real para acceder a ciertos libros esenciales.
De ahí surgió la decisión de materializar el proyecto en una editorial. Queríamos llevar un paso más allá la divulgación que ya hacíamos, pero hacerlo desde aquello que más nos mueve: la lectura, el libro, el cuidado de una autora a largo plazo. Bamba nace, en esencia, del deseo de devolver presencia a voces que nunca deberían haber desaparecido del mapa literario. Queríamos un proyecto donde la edición fuera también restitución y lectura comprometida.
S: ¿Qué balance hacen de estos tres años de trayectoria?
R.B.: Lo primero: han sido fugaces. Cerramos este periodo con trece libros, y empezamos con solo tres, un catálogo muy pequeño nacido en plena pandemia. En el camino cometes muchos fallos —y muchos ni siquiera están bajo tu control—, así que aprender a no tomárselo todo a la tremenda se vuelve imprescindible.
Decir que los errores son una escuela puede sonar evidente, pero lo son. También hemos aprendido a fiarnos del instinto: confiar en el ojo editorial, en las lectoras y en esa intuición que señala cuándo un libro tiene que existir. No dejarse arrastrar por corrientes, modas o ritmos es difícil, pero volvemos una y otra vez al por qué y al cómo: ese retorno sostiene el proyecto.
Hemos tenido que aprender también a encontrar, durante el día o la semana, pequeños momentos de descanso para no quemarnos. Este arranque ha sido intenso y hermoso, y nos ha enseñado que para cuidar los libros hay que cuidarse una misma.
Y luego está todo lo luminoso: nunca olvidas ver tu primer libro en una librería —en mi caso, Tristura, en la Cafebrería Ad Hoc de Madrid—. Lo más bello de estos tres años ha sido el trato con las lectoras y con las libreras, estar en esos espacios y observar la emoción compartida por las obras que hemos ido editando. Esos encuentros, esa conversación viva alrededor de los libros, son lo que realmente nos confirma que el camino merece la pena.

S: Han recuperado obras del legado de Elena Quiroga, Elena Garro, H.D.,¿qué autoras les gustaría recuperar a futuro?
R.B.: Nuestro ideal consistiría en poder crear pequeñas bibliotecas de autoras. Como editora, siempre me fijo en cómo cada proyecto editorial trata a sus autoras y autores de la casa, y ese cuidado a largo plazo es algo que queremos que forme parte esencial de Bamba. En ese camino, ya hemos comenzado a construir una Biblioteca Quiroga, recuperando y devolviendo al lectorado la fuerza y la singularidad de la obra de Elena Quiroga.
Dentro de este mismo marco, antes de que termine el año tendremos también una Biblioteca Elena Garro, que reunirá tres títulos de la autora. Traer su obra a España —comenzamos en 2024 con Testimonios sobre Mariana— ha sido un verdadero hito para nosotras.
Pensamos en las autoras a largo plazo, por eso seguimos trabajando con H.D., y en 2026 llegarán nuevas ediciones de obras descatalogadas de Anaïs Nin y Monique Wittig. Cada recuperación es un proceso largo y delicado, pero es el corazón del proyecto: acompañar una obra, devolverle presencia y construir alrededor de ella un espacio que la sostenga en el tiempo.
S: ¿Cómo entienden el rol de la editora hoy y qué parte del proceso disfrutan más?
R.B.: El otro día hablaba sobre esto con mis compañeras y salió el concepto “editoras de método”, (tomando prestado el concepto de la técnica actoral). No existe como tal, pero es la forma más precisa que encontramos para explicar cómo trabajamos. Nos dejamos afectar por las autoras y su obra. Cada recuperación y cada lanzamiento lo vivimos como algo íntimo, muy personal. Son escritoras que nos tocan, que sentimos profundamente, y cuya ausencia del canon o del mercado nos resulta injusta.
Editar hoy exige una enorme cantidad de trabajo —logístico, emocional, económico— y, si no naciera de esa conexión, sería muy difícil sostenerlo. La parte que más disfrutamos, sin duda, es ese momento en el que el manuscrito y la edición empiezan a conversar: cuando un libro encuentra su forma.

S: ¿Reciben propuestas abiertas, trabajan con agencias, invitan a autoras?
R.B.: Lo más habitual es que nosotras vayamos rastreando estas obras descatalogadas o inéditas. A veces está en manos de un heredero o heredera, otras es una agencia quien los gestiona, más de una no recibimos respuesta porque nos es muy difícil trazar el hilo. Pero también hemos recibido propuestas de traducción súper acertadas, y estamos abriendo espacio para invitar a autoras también.
S: ¿Qué ventajas y dificultades encuentran como editorial independiente al trabajar desde Valencia?
R.B.: Por ahora solo las ventajas: trabajar más a nuestro ritmo, el ritmo editorial hoy es muy frenético, trabajar desde Valencia implica tocar tierra, tenerla siempre a mano, volver a lo que creemos y no dejarnos –del todo– arrastrar. Conocer a tu comunidad lectora, los libreros y libreras, una cercanía con todo. Poder dedicar más tiempo a cada detalle de la edición y de lo que quiere cada libro. Aportar algo desde aquí.
S: ¿Qué tensiones y desafíos tienen al sostener una mirada política dentro del mercado editorial?
R.B.: Al final nos movemos intuitivamente por espacios en los que creemos que podemos defender el proyecto, esta mirada, y la divulgación o en algunos medios de comunicación en los que sabes que las críticas no van a ser positivas, ya de antemano. Aun así, intentamos divulgar lo máximo posible, incluso donde creemos que el mensaje no puede permear igual, y también nos hemos llevado sorpresas positivas en ese sentido.
S: ¿Cómo perciben el vínculo entre editoras y comunidad lectora? ¿Qué significa “llegar a una lectora” hoy para Bamba?
R.B.: El vínculo con la lectora viene incluso de antes de los libros, nació cuando aún éramos una revista digital. Siempre teníamos muy presente a esa lectora concreta, curiosa, atenta, que nos acompañaba desde la pantalla. Por eso, cuando dimos el salto a convertirnos en editorial, quisimos que formara parte del viaje desde el primer día. Compartir con ella las decisiones, las dudas, las búsquedas, incluso las dificultades que implica editar desde un proyecto pequeño. No buscamos llegar a todas partes, sino hacerlo bien.
Para nosotras, “llegar a la lectora” no es una meta abstracta, sino una relación que se construye libro a libro. Ocurre en las librerías, en las presentaciones, en los clubes de lectura, en redes. Esa emoción compartida es lo que realmente da sentido a todo lo que hacemos.
